Un minuto de silencio, en memoria la joven profesora Laura Luelmo, es lo que habíamos hablado. Salimos antes al recreo, para concentrarnos en el patio, en esta mañana de jueves lluvioso. Tras unas palabras, todo el instituto queda en silencio… pero pronto se rompe… un grupo de alumnas y alumnos de 4º de ESO nos sorprenden con estas palabras:
¡Basta ya!
Yo no quiero guardar silencio.
Quiero gritar con todas mis fuerzas hasta quedarme sin voz.
Yo no quiero tener que avisar cuando he llegado bien a casa.
Yo no quiero vestirme pensando si la ropa que llevo es provocativa o no.
Yo no quiero tener miedo a que se me haga de noche, porque tengo que ir sola.
Yo no quiero que me miren de manera rara por haberme bebido 3 o 5 copas.
Si digo no es no.
Yo quiero salir, beber, fumar, bailar y no temer por mi vida si tengo que volver sola a casa.
Porque quiero ir sola a casa, quiero tener esa opción.
Quiero ser libre.
Quiero que dejen de matarlas.
Porque todo el mundo tiene una madre, una hermana, una hija. Porque esto no es una lucha solo de mujeres, sino de gente buena contra gente mala.
Si esta vez no es por las horas, porque eran las cuatro de la tarde.
Si esta vez no era por la falda corta, porque iba en chándal.
Si esta vez no estaba de fiesta ni de borrachera, estaba haciendo deporte.
Quiero hacer lo que me salga de mis santos ovarios sin ser juzgada y sin ser menos creíble por esto.
Porque soy una mujer y no quiere decir que sea mejor que los hombres, porque nos están matando como si valiera menos nuestra vida por ser lo que somos.
Si esta vez no ha sido por ninguna de las “supuestas” cuestiones que confunden a los hombres, ¿por qué ha sido?
No nos mata la hora.
No nos mata la ropa.
No nos mata la fiesta.
Nos mata el machismo.
Ni una más ni una menos.
Porque todos somos Laura.